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- La salud psíquica
- El malestar psíquico
- Psiquiatria? Que miedo...
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La saluD Psíquica
Aunque no exista una definición unívoca de lo que es salud psíquica para un individuo, a menudo nos referimos a ella como a un estado de bienestar y/o equilibrio de tipo afectivo, emocional, neurobiológico, del estado de ánimo, cognitivo y conductual.
Algunas de las características asociadas tradicionalmente a la salud psíquica son: la posibilidad de desarrollar la propia personalidad insertándose armónicamente en su contexto social, establecer relaciones satisfactorias con los demás, mostrar capacidades de adaptación, ser consciente de si mismo, de sus emociones y sus modalidades de relación.
Son muy pocos los individuos que se consideran, según la descripción que acabamos de proporcionar, en un estado de plena salud mental.
Algunas de las características asociadas tradicionalmente a la salud psíquica son: la posibilidad de desarrollar la propia personalidad insertándose armónicamente en su contexto social, establecer relaciones satisfactorias con los demás, mostrar capacidades de adaptación, ser consciente de si mismo, de sus emociones y sus modalidades de relación.
Son muy pocos los individuos que se consideran, según la descripción que acabamos de proporcionar, en un estado de plena salud mental.
El malestar psíquico
Es posible que cualquier persona en algún momento de su vida padezca una situación transitoria de malestar, que puede tener su origen, por ejemplo, en una reacción a un hecho de su vida especialmente estresante o doloroso (emigrar a otro país, una enfermedad, un luto o una separación).
Aunque el malestar pueda ser ocasionado por una causa ambiental, la reacción que puede desencadenar puede llegar a empeorar notablemente la calidad de vida tanto de la persona que la padece como de los que le rodean.
A veces, el malestar puede desaparecer de forma espontánea tras un período de tiempo. Sin embargo, en otras ocasiones puede provocar una fractura en la historia personal del individuo que la padece, creando una interferencia en los aspectos sociales, laborales e interpersonales a través de diferentes síntomas: la pérdida de sueño, de apetito, ansiedad y preocupaciones, irritabilidad, incapacidad para concentrarse, falta de entusiasmo, incapacidad para sentir emociones, son algunos ejemplos.
Tampoco es raro que estos mismos síntomas aparezcan sin una aparente explicación ambiental. A veces, dichos síntomas pueden ser la primera señal de una enfermedad que afecta a otros órganos. Por ejemplo, puede que una falta de energía y una somnolencia extrema sean síntomas de una depresión, pero también pueden ser debidos a una enfermedad frecuente de la tiroides. Cada vez que experimentamos un cambio, que puede ser vivido como una molestia o síntoma, es importante comunicarlo a una figura profesional, sea el médico de cabecera o el mismo especialista para que se puedan descartar las enfermedades que comúnemente son definidas como causas orgánicas.
Aunque el malestar pueda ser ocasionado por una causa ambiental, la reacción que puede desencadenar puede llegar a empeorar notablemente la calidad de vida tanto de la persona que la padece como de los que le rodean.
A veces, el malestar puede desaparecer de forma espontánea tras un período de tiempo. Sin embargo, en otras ocasiones puede provocar una fractura en la historia personal del individuo que la padece, creando una interferencia en los aspectos sociales, laborales e interpersonales a través de diferentes síntomas: la pérdida de sueño, de apetito, ansiedad y preocupaciones, irritabilidad, incapacidad para concentrarse, falta de entusiasmo, incapacidad para sentir emociones, son algunos ejemplos.
Tampoco es raro que estos mismos síntomas aparezcan sin una aparente explicación ambiental. A veces, dichos síntomas pueden ser la primera señal de una enfermedad que afecta a otros órganos. Por ejemplo, puede que una falta de energía y una somnolencia extrema sean síntomas de una depresión, pero también pueden ser debidos a una enfermedad frecuente de la tiroides. Cada vez que experimentamos un cambio, que puede ser vivido como una molestia o síntoma, es importante comunicarlo a una figura profesional, sea el médico de cabecera o el mismo especialista para que se puedan descartar las enfermedades que comúnemente son definidas como causas orgánicas.
Psiquiatria? Que miedo...
Históricamente, la figura del psiquiatra y del psicoterapeuta no han contado con la confianza suficente de la sociedad. Al psiquiatra se le suele acusar de “atontar” con psicofármacos a las personas, y al psicoterapeuta, por su parte, de “vender humo” sin beneficios o resultados.
En los últimos cuarenta años el ámbito de la salud mental ha cambiado notablemente, aunque, para ser sinceros, estos cambios no han sido recibidos de forma homogénea entre los profesionales.
Sea como sea, todos estos años de investigación, enfocada cada vez más en la neurobiología, en la genética y en la neuropsicofarmacología, han aclarado, aunque no del todo, los mecanismos complejos que subyacen al malestar psíquico. A veces, sabemos que algunos tipos de psicoterapia pueden ser de ayuda o hasta solucionar el tratamiento de algunos trastornos (por ejemplo, algunas depresiones o algunos trastornos de ansiedad). En otras situaciones, se ha observado que para algunos trastornos existe una marcada base genética y biológica, que necesitan ser tratados de forma imprescindible mediante un tratamiento farmacológico, acompañado o no por psicoterapia coadyudante. Es el caso de las depresiones recurrentes, del trastorno bipolar del estado de ánimo, del trastorno esquizoafectivo o esquizofrenia.
Además, hay situaciones en las que el malestar psíquico es en realidad una llamada de atención sobre una enfermedad grave o potencialmente letal, como es el caso de depresiones que anticipan una enfermedad de Parkinson o que pueden ser una señal de un proceso oncológico.
Un médico psiquiatra responsable debe evaluar con atención cada caso, determinar un diagnóstico diferencial, establecer un compromiso entre las expectativas del paciente y la gravedad de la situación para proponer el tratamiento más adecuado para esa persona (fármacoterapia, psicoterapia, terapia física, o una combinación de éstas).
Un psicoterapeuta responsable debe proponer a su paciente una psicoterapia con eficacia comprobada para el trastorno o malestar que refiere el paciente.
En este sentido, los integrantes del Estudio ATHENA son profesionales en continua formación lo que les permite ofrecer a sus pacientes, no sólo las mejores soluciones, sino también las más innovadoras y más eficaces.
En los últimos cuarenta años el ámbito de la salud mental ha cambiado notablemente, aunque, para ser sinceros, estos cambios no han sido recibidos de forma homogénea entre los profesionales.
Sea como sea, todos estos años de investigación, enfocada cada vez más en la neurobiología, en la genética y en la neuropsicofarmacología, han aclarado, aunque no del todo, los mecanismos complejos que subyacen al malestar psíquico. A veces, sabemos que algunos tipos de psicoterapia pueden ser de ayuda o hasta solucionar el tratamiento de algunos trastornos (por ejemplo, algunas depresiones o algunos trastornos de ansiedad). En otras situaciones, se ha observado que para algunos trastornos existe una marcada base genética y biológica, que necesitan ser tratados de forma imprescindible mediante un tratamiento farmacológico, acompañado o no por psicoterapia coadyudante. Es el caso de las depresiones recurrentes, del trastorno bipolar del estado de ánimo, del trastorno esquizoafectivo o esquizofrenia.
Además, hay situaciones en las que el malestar psíquico es en realidad una llamada de atención sobre una enfermedad grave o potencialmente letal, como es el caso de depresiones que anticipan una enfermedad de Parkinson o que pueden ser una señal de un proceso oncológico.
Un médico psiquiatra responsable debe evaluar con atención cada caso, determinar un diagnóstico diferencial, establecer un compromiso entre las expectativas del paciente y la gravedad de la situación para proponer el tratamiento más adecuado para esa persona (fármacoterapia, psicoterapia, terapia física, o una combinación de éstas).
Un psicoterapeuta responsable debe proponer a su paciente una psicoterapia con eficacia comprobada para el trastorno o malestar que refiere el paciente.
En este sentido, los integrantes del Estudio ATHENA son profesionales en continua formación lo que les permite ofrecer a sus pacientes, no sólo las mejores soluciones, sino también las más innovadoras y más eficaces.